domingo, 28 de diciembre de 2008

Colores.

Todo el mundo sabe que el lunes los colores amanecen más tarde, por eso esta mañana estuve mirando por la ventana esperando que pasara alguien con una pizca de color.
A veces pienso que soy demasiado viejo o demasiado torpe para ver entre la multitud un alguien que en alguna parte de sí mismo, quizá sin saberlo, lleve una pincelada que no sea gris. Quizá en un gesto,  una palabra, un parpadeo, una muestra de proximidad... alguien esboce una pincelada de luz. 
Todo el mundo  sabe que los lunes miro por la ventana y mis ojos sólo traen tonos grises, media docena de tonos grises. Y mientras espero giro y giro buscando un atisbo de rayo que a veces pasa enredado en una frase, en un comentario, en un "hola sé que existes" o en un "que hay, veo por tus ojos". Pero indeciso, inestable, inseguro, miedoso, cobarde... soy incapaz de devolver un "yo también te veo", un "te miro", un "me has hecho sentirme vivo".
Proyecto en mis movimientos crípticos el deseo imposible de que veas como yo me veo, de que me descubras los colores, esos colores que como todo el mundo sabe, los lunes amanecen más tarde.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Una chispa.

Es famosa la magdalena de Marcel Proust que evocaba en el escritor los recuerdos de su niñez: el sabor, el aroma de las magdalenas que su tía le daba años atrás. A nosotros el turrón y los mazapanes parece que nos evocan el recuerdo de las personas que faltan, parece que las uvas nos anticipan los problemas que según nuestros cálculos padeceremos el próximo año. Y mientras evocamos la ausencia de algunos o anticipamos las dificultades que nos van a llegar; perdemos, ocultamos, enmascaramos todo lo bueno que nos está ocurriendo en este momento.

Cuánto nos cuesta valorar lo que tenemos y con qué facilidad sufrimos por lo que nos falta. Qué pronto nos acostumbramos cuando nuestra situación mejora y qué poco hace falta para que nos sintamos mal. Lo que tenemos es lo habitual y lo habitual es lo justo, lo normal, lo que tenemos que tener, lo que nos tiene que suceder. Si mejoramos en nuestra situación laboral, económica, social o afectiva la alegría y felicidad inicial, en poco tiempo, pasa a constituirse en habitual: ya no la valoramos ni nos causa una especial satisfacción. Sólo nos volveremos a acordar de esa mejora si la perdemos.

Al menos tenemos el ya tópico día en el que nos acordamos de la salud –el día de la lotería-, pero quizá convendría buscar o inventar más días o momentos que nos ayudaran a valorar todo lo bueno que disfrutamos y que normalmente tenemos olvidado. Sin tópicos, podríamos buscar un momento para recrearnos en la suerte que tenemos al convivir con nuestra pareja, al tener a nuestros hijos o a nuestros padres, a poder disfrutar de nuestros amigos o de algún tiempo ocupado en nuestro hobby. Podríamos recrearnos en la suerte que tenemos al tener acceso a la seguridad social, a la educación, a que nos paguen cuando estamos de vacaciones o enfermos; incluso a que si la crisis ha llegado a nuestras casas, tengamos derecho a cobrar prestaciones por desempleo...

Es verdad que unas situaciones son más complicadas que otras, es verdad que algunos momentos son muy duros, es verdad que en ocasiones nos resulta imposible descubrir aspectos positivos. Pero no es menos verdad que con frecuencia nos cuesta valorar en su justa medida lo que ya sin darnos cuenta poseemos; no es menos verdad que tendemos a enterrar bajo alguna carencia, algún deseo o alguna situación pasajera, otros aspectos más importantes que ya disfrutamos. Desde la fragilidad de nuestros privilegios y desde las carencias que todos de alguna forma tenemos, “perder” algunos momentos rebuscando esa suerte olvidada y oculta nos hará un poco más felices.

Para muchos las navidades son una mezcla de celebraciones y recuerdos, de reencuentros y de ausencias, de reuniones y de soledades, de villancicos y de silencios. Para muchos las navidades son unas fechas de melancolía. Quizá, sea inevitable. 

Noches sin dormir.

Las noches en la que no puedo dormir repaso mi álbum de fotos olvidadas, las que nunca fui capaz de ver, las que nunca fui capaz de recordar. Son fotos de otras realidades, de sueños imposibles. Son fotos que reniegan de mi presente.
Mi presente, persistente y tozudo, se empeña en suceder contra mi voluntad. Pase lo que pase, diga lo que diga, piense lo que piense... el presente se impone y destroza mi realidad.
Mi realidad, cobarde e indecisa machaca los picaportes de mi cerebro pero nunca es capaz de abrir la puerta. Sumisa y culpable, durante millones de existencias ha querido gritar ¡basta ya!. Basta ya de presente incuestionable que me ahoga. Basta ya de presente colectivo que dicta mis sucesos. Basta ya de presente fascista que quiere salvarve de mi mismo. 
Mi mismo, asexuado especimen que se debate entre presente y realidad. Presente y realidad que como traidores bastardos se alían contra mi mismo para mezclarse en un cóctel alucinógeno; para agitarme en un girar permanente en el que es imposible encontrar un principio, un punto, un apoyo, una referencia. 
Las noches en la que no puedo dormir repaso mi álbum de fotos olvidadas, las que nunca fui capaz de ver, las que nunca fui capaz de recordar. Son fotos de otras realidades, de sueños imposibles. Son fotos que reniegan de mi presente.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Espacio en blanco.

Tengo la terrible sensación de que es demasiado tarde. Demasiado tarde para contarte todo lo que soy y tú desconoces. Demasiado tarde para mostrarme. Demasiado tarde para preguntarte tu nombre. Siempre se me hace demasiado tarde.
Por eso, casi siempre demasiado pronto, acaban descubriendo mi disfraz. Acaban cansados de mis silencios y mis engaños. Acaban huyendo de esa nada que se oculta bajo la aparente realidad, bajo múltiples capas superpuestas que en lugar de ocultar descubren, el más absoluto hedor a vacío.

martes, 16 de diciembre de 2008

Espiral.


Sabía que ascender por una espiral es una de las actividades más duras del ser humano. Sabía que giro tras giro la desesperación era  a veces tan profunda que tras una eternidad de ascensión algunos se dejaban caer por la pendiente hasta lo más íntimo del inicio. Sabía que sólo tras una infinita paciencia y esfuerzo, algunos llegaban al final y que la felicidad era tan sublime que convertían su existencia en un eterno recuerdo de su ascensión. 
Lo sabía. Y por eso no desesperé en la enésima curva, avancé consciente de que tras el siguiente paso vería una nueva rotación; pero que tras otra, otra  y otra me llevaría hasta ti.
Lo que no sabía era que ser humano era el mayor de los fraudes. No sabía que la percepción del mundo no era el mundo. No sabía que la realidad me traicionaba ni que mi mente fabricaba realidades. No sabía que mi ilusión podría llegar a ser alucinación. 
No lo sabía.
Por eso avancé desesperado por la espiral sabiendo que era una de las actividades más duras del ser humano. Giro tras giro vencí la desesperación para no dejarme caer hasta lo más íntimo del inicio. Con una paciencia rescatada de la nada y un esfuerzo robado a lo más divino, no desesperé en la enésima curva porque creía que al final estabas tú.
No sabía que ser humano era el mayor de los fraudes. Tardé toda mi existencia en darme cuenta que la realidad me traicionaba y que esa espiral en la que yo creía avanzar eran en realidad círculos concéntricos. Malditos círculos concéntricos en los que eternamente estuve girando, en los que eternamente estuve comenzando y llegando. Malditos círculos concéntricos aliados de un fondo traidor que frustraron mi existencia.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Naufragar

Naufragar es perder el rumbo, el dónde y el cuándo. Es tocar la arena tórrida y las desoladas rocas, mirar a tu alrededor circular sin encontrar un pequeño punto diferente.
Naufragar es, después de todo, la única salida para no hundirte del todo, para no perecer en el desastre.
¿Y después qué?
Navegar es acto, es fuerza, es lucha. Permanecer es convertirte en inerte, desorientación, indecisión, desconocimiento.
Unos naufragos salieron hacia Ítaca, conocían los riesgos pero también su destino. Asumieron la incertidumbre y el posible fracaso. Tenían corage, fortaleza para luchar y rectificar el rumbo.
Otros lanzaron su botella, ignorantes de su ruta, de su camino, de si tocaría tierra o nave. Se quedaron en la arena junto al azar esperando quizá la nada. Pero en su futuro, en su proyecto, fueron capaces de garabatear un mensaje, una idea, un algo que decir, una pequeña referencia sobre su lugar.
Naufrago naufragado, sin fuerza para partir, sin Ítaca a la que llegar, sin mensaje que enviar. Quemándose en la arena de su isla porque es lo único firme que queda bajo sus pies.
¿Partir, lanzar la botella o permanecer inmóvil sin mirar?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Eres cruel.

Eres cruel cuando me niegas tus respuestas, cuando reniegas incluso de mis escritos y cuando incluso -para dejarme solo- me niegas tu existencia.
Por mucho que te pese eres un poco mía, mía en la medida que tus palabras son una parte de ti. Mía, en la medida que tus sentimientos formaron parte de mi vida.
Es verdad que prescindimos de estéticas, de belleza, de edad, de identidad, incluso de genética. Es verdad que comenzamos por dónde acababa el resto ¿quizá por eso acabamos tan pronto?. Es verdad que comenzamos tonteando con el juego y la mentira. Es verdad que nunca llegué a conocerte lo suficiente y que tú nunca llegaste a captar correctamente el sentido de mis palabras. Es verdad que siempre me desconcertaste y que ante cada respuesta me invadía la incertidumbre. Es verdad que caíste de repente de tu ingenuidad al rechazo, quizá a la decepción o al odio. Es verdad que todavía, cuando por casualidad escucho tus escasos versos, comprendo una parte de la existencia que hasta entonces había permanecido oculta.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Persona o personaje.

No sé quién soy. Creía que tras las apariencias existía un algo diferente: que tras la hipocresía, el teatro y una pequeña dosis de buena voluntad quedaba algo más; un más allá más puro, más verdadero. Un más allá que quedaba reservado para los que me querían, para los que no necesitaban ver mis máscaras sino a mí.
Tras el compañero de trabajo, tras el profesional, tras el vecino, incluso tras el amigo... yo creía que permanecía mi yo más cierto.
Ahora no lo sé.
Mi yo más profundo tiene que quedar reprimido. Mis ideas más inciertas, acalladas. Mis deseos, ocultos. Mis dudas, íntimas. Mis emociones, rechazadas.
Yo pensaba que amarse era mostrarse. Será quizá que ya no me aman. Será quizá que ni siquiera me soportan.
Yo creía que al entrar en casa podía dejar fuera todos mis personajes. Pero ahora al entrar tengo que cambiar de papel.
Ya no me queda un lugar donde ser persona. Ya no me queda un hogar donde ser yo. Ya no me queda un resquicio para mostrarme. ¿Sólo soy un personaje?

Llámame cobarde.

Si quieres, llámame cobarde o inmaduro, pero necesito unos brazos sobre los que reposar, sobre los que colocarme sin palabras ni gestos, en la pura contemplación: aceptado, amado, sin preguntas, sin reproches, sin planes. Unas manos que sólo con su roce me llenen de paz, que sólo con su calor liberen mis emociones reprimidas y repriman mis miedos, mi lógica, mis cálculos, mis previsiones.
Necesito reposar sin prisas, amar y sentirme amado, ofuscar mis prejuicios y mis juicios para lanzarme al abismo de lo imprevisible, de lo inesperado. Necesito sentirme vivo, necesito esa vida que no pesa, que no hay que arrastrar; la vida que no se encierra en palabras, que sólo se vive más allá de todos los conceptos.
Necesito unos brazos sobre los que reposar las ilusiones comunes, la ilusión de sentirnos, de vernos, de palparnos; de permanecer siempre unidos sin nada más que nuestra presencia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Aquí y ahora.

Tengo la mala costumbre de pasa la vida soñando: soñando mundos posibles, posibles sueños de fracasos que me saquen del agujero de la insatisfacción permanente en la que me instalo.
Tengo la mala costumbre de renegar de mi presente, de no responder de mis decisiones y de sufrir día tras día por lo que perdí en no que se puerta que deje cerrada.
Mientras tanto pierdo el aquí y el ahora entre lamentaciones, buscando mundos perdidos, lugares imposibles, retornos imaginarios.
Mientras tanto voy perdiendo lo poco que tengo, mi pequeña vida. Pequeña, fracasada, anodina, insatisfactoria, pero mía.
Al mismo tiempo, os voy perdiendo a todos. Huraño, ensimismado, cerrado sobre mí mismo... voy dejando por el camino todo lo que llevaba puesto: tu amor, tu amistad, tu compresión y tu paciencia.

Encerrado en mi casa

Como en el poema de Benedetti vivo encerrado en mi casa, una casa que he construido para refugiarme del mundo, de la realidad que me condenó a las más terrible de las torturas: matarte pero dejate en vida: percibir, sentir, desear... pero emocionalmente tetrapléjico.No cabe duda. Busco desde entonces que las puertas que dan al mundo tengan un motivo para abrirse y me refugio en los sueños, en los versos, en los poemas. A veces me gustaría vivir en una canción, permanecer para siempre entre los acordes y las letras.Soy un personaje patético que sueña con no soñar, que vive para no vivir, que lucha para no luchar. Mis paranoias me llevan a escribir para que nadie me lea, porque en mi casa -a diferencia de la de Benedetti- no entran huéspedes.
"No cabe duda.
Ésta es mi casa aquí sucedo,
aquí me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo.
Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren y tienen pesadillas y ataques de nervios.
No cabe duda.
Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios asan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un día se va a partir en dos.
Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas
dan afuera del mundo."
Mario Benedetti

Dionisio

Nos hemos perdido demasiado tiempo en la razón, hemos matado la vida pretendiendo encerrarla en conceptos muertos y deformantes de la realidad. Hemos condenado a los sentimientos al plano de los defectos, de la debilidad, de la imperfección y por el camino, nos hemos perdido a nosotros mismos encerrándonos en cuadrículas lógicas, clasificaciones falsas, órdenes inventados.Hemos llamado locos a los que han sabido asumir su condición humana, su condición emotiva y han roto las reglas, las normas, las clasificaciones y los órdenes. Locos que han vivido el deseo, los sueños, lo prohibido, lo imposible y han inventado nuevos mundos, nuevas vidas, nuevos sueños.¡Hipócritas!: Hemos subido a los altares a los triunfadores, los hemos llamado genios, visionarios, creadores -aunque haya sido siglos después de enterrarlos en vida o en muerte-. Hemos medicado, encerrado, marginado a los que no tuvieron la suerte de hacerse populares, de ser aceptados por la cultura dominante.Dionisio murió asesinado por Apolo y ahora, tras tres milenios de un asesinato reincidente, nos es imposible salir de nuestras cuadrículas, de nuestros parámetros. Nos autoreprimimos por miedo a vivir, nos negamos por esa imposibilidad impuesta desde siempre para ser nosotros al margen de los demás, de sus prejuicios y de sus reglas.Yo soy cobarde, ésta es mi excusa. No soy capaz de saltar con Kierkegaard al abismo, no soy capaz de arriesgarme ni al fracaso ni al ridículo, no soy capaz de romper las reglas y arriesgarme a la crítica, al ostracismo, a que me señalen con el dedo. Soy un cobarde, una víctima de mi razón, una víctima de Apolo.

Puertas cerradas

Hoy es uno de esos días en los que mis neuronas vuelan aceleradas calculando las infinitas posibilidades que se esconden tras cada puerta que dejé cerrada.En cada camino, en cada elección he ido abriendo unas posibilidades y cerrando otras. Cada una, las abiertas y las cerradas me han ido construyendo hasta llegar a donde estoy, a quién soy.A veces, esos días en los que mis afectos se encuentran congelados, mis ideas imaginan caminos que nunca tomé, puertas que nunca abrí: aquel conocido que nunca llegó a ser amigo, aquella amiga que nunca llegó a ser novia, aquellos estudios que nunca hice o aquel viaje que siempre aplacé. Cuando mis afectos se encuentran congelados, cualquier puerta es mejor que la que abrí. Las puertas cerradas siempre juegan con ventaja: la ventaja de lo ideal y lo pensado frente a lo real, lo cotidiano, lo imperfecto. Sus posibilidades son infinitas y sus defectos inexistentes.Quienes nunca se arrepienten de sus decisiones me resultan engreídos, prepotentes, incapaces de ser autocríticos. Quizá es una forma de envidia, envidia a quien ha acertado, a su seguridad, a su sabiduría para escoger siempre la puerta correcta. Yo: inseguro, miedoso, desgasto mi tiempo inventando mundos en los que sea otro yo diferente. Otro yo construido por otras puertas, por otros caminos, pero que a estas alturas estaría imaginando también las irrealidades abandonadas por el camino. Dudar fue el principio de nuestro mundo, dudar es el fin de mi existencia.Hoy es uno de esos días en los que mis neuronas vuelan aceleradas calculando las infinitas posibilidades que se esconden tras cada puerta que dejé cerrada.

En tus besos

Moriré enamorado.
Enamorado del pasado,
del futuro,
de mis imágenes,
de los sueños,
de las posibilidades,
de mi memoria,
de mis engaños,
de mis falsos recuerdos.
De tus susurros,
de tus abrazos,
de tus sonrisas,
de tus desvelos,
de tus besos,
de nuestros viajes,
de nuestra paz,
de nuestros versos.

Moriré frustrado,
moriré loco,
moriré contra el tiempo.
Moriré indeciso,
moriré esperando,
moriré, sin ser algo.

Quizá ni muera
será imposible...ya estaba muerto.

Muero

Muero encerrado en un pecho
sin puertas ni luces.
Lucho callado y oculto
para ser un algo, un alguien.
Amorfo,
impreciso,
eterno retorno imposible
vuelta indefinida de lo mismo
preso sin presidio
amo o esclavo.

Muero encerrado en un pecho
atisbo al final un resquicio,
tengo miedo...
no soy nada, no soy nadie.
Palabra sin escucha,
forma sin materia,
eterno retorno imposible
explosión sin espacio
muerte sin existencia.

Estoy solo,
encerrado en lo extraño
imaginando el vacío
coqueteando con el ridículo
¡quiero ser alguien!
¡quiero ser algo!
Cobarde,
perdido,
tonto.

No tengo el tiempo,
no tengo mundo,
no tengo oídos,
no tengo manos.
Tengo silencio,
tengo pasado,
tengo proyectos,...no tengo espacio.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Para comenzar.

Es tan duro morir, que mi única esperanza es la muerte.