martes, 22 de diciembre de 2009

Lo que nunca hice.

No se por qué las violetas me recuerdan guitarras y el peso de tu olor junto a mis manos.
No quiero pensar por qué las manzanas verdes traen tus movimientos armoniosos junto a mi pecho.
No puedo recuperar esa luz tan pesada, que cerca de mis retinas pasó desapercibida.
Ahora, niego las palabras que surgen de tus labios. Niego las frases que me dictas desde tu inconsciencia. Me avergüenzo de sentir tu mano cuando la tristeza agrieta mis dedos.
Todo queda en aquellos momentos de arrepentimiento, de negación de lo que siempre volvía a repetirse. En aquellos momentos de vida ajena, de hechos ocultos, de sueños nunca soñados.
Arrepentido de lo que nunca hice, rememorando lo que nunca fue.
Estúpido.
Me fui por el otro lado: por el de la ceguera, el sexo, el complejo, la música fácil.
Me fui por otro lado: el lado que siempre lamento no haber tomado.
El más estúpido de los arrepentimientos, arrepentido de lo que nunca hice.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Ingerir

Qué poco poético es comer, masticarte tu futuro quizá lleno de tropezones difíciles de digerir.
Qué poco poético resulta engullir, mientras una parte del mundo te observa con una cierta repugnancia mientras destrozas tus propios fracasos como un papilla salivada que todos rechazan.
Comerte la vida con todos tus errores es una tarea difícil. Ni siquiera sabemos distinguir entre acierto o error, ni siquiera sabemos ingerir un menú degustación de momentos que nos hagan mejores.
Nos confunde la química y la física, la perspectiva y las sensaciones, la lluvia o el viento.
Ahora, momentáneamente a mi lado; compartes medias verdades, medios problemas, medias historias de lo único que tenemos allí delante. Otras, momentáneamente lejos; no vamos devorando nuestro propio dolor. Porque aunque lo disfracemos de manjares orientales, sólo nosotros podemos tragarlo.