miércoles, 17 de febrero de 2010

Por siempre.

Me sorprende que sigas visitando la tumba de tu propios proyectos, que sigas trayendo flores a tus fracasos, que sigas llorando por tus propias culpas.
Me admira tu constancia, empeñado siempre en lo imposible; tu capacidad para negar lo evidente, tus comportamientos siempre previsibles.
Me entristece que no mires mis huellas, que no sueñes paisajes, que te encierres en el fracaso.
Me preocupa que vistamos de negro sin volver a reírnos, que mis reconstrucciones sean fantasías onanistas, que mis pensamientos nazcan muertos.
Siempre en el giro eterno del círculo maldito, que vuelve a comenzar cuando lo acabas, no dejando un respiro para la esperanza de que algo cambie.
Siempre viviendo en la imaginación de tus arrugas y de deseos que nunca llegan al parto.
Me estoy cansando, dejo mi vida en tus manos, dejo mi vida en caída eterna arrojando el lastre que me separa de un sueño.
Me voy, aunque repita mil veces mis pensamientos, los imposibles reinan en ideas y hechos.