jueves, 25 de abril de 2013

VOLUNTAD.

Quisiera dormir pronto, no perder por el camino el cansancio -agónico a ratos- que me sostiene.
Quisiera acostarme, pero perdí tu regazo.
Fue tan débil mi voluntad que míseras insinuaciones de más vida pudieron siempre con mis deseos .
Fue tan débil, que no pudo sostener ni el más recóndito espacio de esperanza. Murió de realidad.
Maldita voluntad, maldito poder ausente que dictaminó mi ahogamiento por verdad.
Que poco vitales son los dictámenes. Se puede morir en la guillotina, fusilado por rebelde,  por no ser un delator. Pero, morir por dictamen...
Por dictamen mueren las leyes, los leguleyos, los cobardes. Ni siquiera el auténtico hombre resucita por dictamen, lo hace por voluntad. Por ese querer de los más humanos. Ese en el que querer y ser se confunden, en el que poder ser y serlo se igualan, en el que todo es aunque ser no sea todo.
Quisiera dormir pronto porque perdí tu regazo, porque perdí mi voluntad para recuperarlo.