Cuando las noches eran casi como una vida, me daba tiempo a rehacerme antes de comenzar el día.
Cuando los lunes eran futuros de otro tiempo; podía ver el paisaje con sus colores, sus texturas, sus olores. Podía transcurrir deseando el presente, cambiando el futuro, soñando con nuevos días y nuevos lunes; todos diferentes, todos rectificados, todos cada vez más cerca de mis deseos.
Ahora; el tiempo fluye sin presente, el futuro es en un segundo pasado, los planes pasan antes de llegar a ser, el paisaje es una mancha verde o marrón indefinida y borrosa, tus momentos -tan fugaces- que nunca llegan a penetrar en mi consciente.
Ahora; los días, las semanas, los meses, los años... ya no existen. Todo es pasado antes de levantar la mirada. No tengo tiempo de soñar, ni de esperar. Sólo puedo mantenerme en pie mientras el tiempo, inestable, circula veloz bajo mi mente.