Veo tu reposo entre las luces, deslizándose inmóvil entre el tiempo,
respeto los miles de años de sonrisas, viviendo en tus huesos.
Mientras, descalabrado y tullido, me asomo.
Congelado, ni siquiera tengo envidia de esa extraña quietud que danza.
Quiero tener algo contigo, pero mis torpes y desordenados pasos,
renquean, se descalabran en cada sentimiento.
Desmembrados, ven la espalda o el rostro, que quietos y sin parar de alejarse
van dejando algunos recuerdos.
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