lunes, 23 de marzo de 2009

Dolor

No me pidas mi dolor, porque no puedo prestar mis raíces.
No me pidas mi dolor, porque mi yo es intransferible.
Ni siquiera quieras compartirlo, es imposible.
El duelo que me penetra, no conoce de partes. No sabe de repartos, ni de justicia, ni de hombres solidarios.
El duelo que me pentra, nunca vivirá en tus brazos, nunca compartirá tu tiempo, ni tu aliento, ni mis muertos.
Quizá llegue el día de la alegría. Quizá llegue un día, en el que las hojas salgan volando. Quizá llegue el día en el que la atrapes, la compartas. Quizá llegue el día en el que irradie, sin rumbo pero con fin. La alegría se presta, se contagia, se bendice. Reúne caminos, reparte virtudes, imparte palabras. Viaja por los hilos, une existencias, teclea sonidos.
No me pidas el dolor que hunde sus raices en los pies que me sostienen. No quieras el dolor que a pesar de todo me mantiene. No me ames tanto como para querer llevar mi pesar.

2 comentarios:

HADA 31 dijo...

QUIZA LLEGE EL DIA EN QUE TU SONRIAS ,QUIZA LLEGE EL DIA EN QUE SEAS FELIZ QUIZA LLEGE EL DIA EN QUE TE ENCUENTRE Y TE VEA SONREIR

TE DEJO MUCHOS SALUDOS CORAZON CUIDATE MUCHO

BESOS

Anónimo dijo...

El dolor en compañía es menos...imposible que no lo comparta quien te ame...