miércoles, 17 de junio de 2009

Paréntesis.

Qué breves son los paréntesis que abren tus notas en mi discurso.
Qué fugaces son las melodías asonantes de tus gestos ante mis sentidos.
Tan breves, que antes de levantar acta de su ser, ya se han desvanecido.
Tan efímeros, que antes de acabar su estribillo el comienzo ya se ha perdido.
Qué contundente es el signo que cierra el paréntesis, no deja -como la admiración-, una pequeña esperanza para el escape. No deja -como el interrogante-, un resquicio para la confianza.
Paréntesis que cierra el camino, que cubre los flancos, para que las vidas vuelvan siempre a su sitio.
Quise escribirte desde mi paréntesis, desde las gamas primarias que daban sonido al bullicio. Quise dirigirte mis esperanzas, volver a nuestras llamas; colgar de tus manos mi único romance en un siglo.
Pero implacable, se cerró el paréntesis; antes de acercarme al teclado, antes de pensar mis sueños, antes de comprender un presente que siempre quedó confundido.
Inevitablemente fuera del lujo y del derecho, expulsado por un maldito signo de impenetrable cierre, muevo mis dedos tortuosos por las letras malditas, proscritas involuntarias de no sé qué tortuosos cambios; esperando, como una luna decreciente, que vuelva a abrirse el signo.

1 comentario:

iliamehoy dijo...

Siempre pensé que el paréntesis me abría la opción a aclarar un pensamiento, como una licencia a alargar una expresión...hasta que te leí.
Ya no podré verlos igual, se me quebró un concepto,
Gracias por la reflexión y la emoción a la que tus palabras me han llevado.
Una sonrisa abierta.