domingo, 7 de diciembre de 2008

Puertas cerradas

Hoy es uno de esos días en los que mis neuronas vuelan aceleradas calculando las infinitas posibilidades que se esconden tras cada puerta que dejé cerrada.En cada camino, en cada elección he ido abriendo unas posibilidades y cerrando otras. Cada una, las abiertas y las cerradas me han ido construyendo hasta llegar a donde estoy, a quién soy.A veces, esos días en los que mis afectos se encuentran congelados, mis ideas imaginan caminos que nunca tomé, puertas que nunca abrí: aquel conocido que nunca llegó a ser amigo, aquella amiga que nunca llegó a ser novia, aquellos estudios que nunca hice o aquel viaje que siempre aplacé. Cuando mis afectos se encuentran congelados, cualquier puerta es mejor que la que abrí. Las puertas cerradas siempre juegan con ventaja: la ventaja de lo ideal y lo pensado frente a lo real, lo cotidiano, lo imperfecto. Sus posibilidades son infinitas y sus defectos inexistentes.Quienes nunca se arrepienten de sus decisiones me resultan engreídos, prepotentes, incapaces de ser autocríticos. Quizá es una forma de envidia, envidia a quien ha acertado, a su seguridad, a su sabiduría para escoger siempre la puerta correcta. Yo: inseguro, miedoso, desgasto mi tiempo inventando mundos en los que sea otro yo diferente. Otro yo construido por otras puertas, por otros caminos, pero que a estas alturas estaría imaginando también las irrealidades abandonadas por el camino. Dudar fue el principio de nuestro mundo, dudar es el fin de mi existencia.Hoy es uno de esos días en los que mis neuronas vuelan aceleradas calculando las infinitas posibilidades que se esconden tras cada puerta que dejé cerrada.

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